Era una venta anunciada. Desde que, a principios de 2011, Nokia y Microsoft anunciaron una «alianza estratégica» para incorporar Windows a los terminales de la finlandesa, todo el mundo en el sector sabía, en el fondo, que se trataba del primer paso de una absorción en toda regla. Una compra, por cierto, mil veces desmentida por los portavoces y los ejecutivos de ambas compañías.
Pero el momento ha llegado, y los 5.440 millones de euros pagados por los de Redmond por la división de dispositivos y servicios significan el desembarco definitivo (y sin marcha atrás) de Microsoft en un mercado, el de la telefonía móvil, en el que hasta ahora solo había tenido una presencia testimonial.
Hace poco Google, otro de los grandes, daba un paso similar al adquirir Motorola, otra de las marcas icónicas de la telefonía móvil y, como Nokia, otra de las firmas que no resistió la embestida de los «smartphones».
No está tan lejos (2007) el día en que Nokia parecía ser invencible, en un mundo en el que de cada 100 teléfonos móviles vendidos, 63 eran de la marca finlandesa. Pero ese mismo año sucedió algo que cambiaría la historia para siempre: surgió el primer iPhone, un teléfono diferente, con una gran pantalla táctil y, sobre todo, basado en un modelo revolucionario de negocio que movía el centro de gravedad del terminal al software y que permitía a los usuarios decidir, y descargar al momento, aplicaciones de todo tipo y a su antojo.
Fue el principio de la transformación radical de un negocio que se había basado hasta entonces en un entorno cerrado y que no permitía a los usuarios salirse de la limitada oferta de posibilidades que ofrecía el fabricante, ni por supuesto elegir ninguna de las funciones que querían para su teléfono.
Nokia pensó, erróneamente, que se trataba de una moda pasajera, de un simple «capricho tecnológico» sin futuro y que de ningún modo podía mermar su posición de líder absoluto. Y tampoco Microsoft supo ver la jugada. Así, los finlandeses siguieron empeñándose en su propio sistema operativo (Symbian), mientras que los de Redmond continuaron centrándose en los ordenadores. Y si bien es cierto que, desde abril de 2000, Microsoft disponía ya de una plataforma móvil, Windows Mobile, también lo es que era lenta, defectuosa, difícil de usar y muy pesada para funcionar con agilidad en los terminales de la época.
Quien sí se dio cuenta desde el principio de la importancia del cambio fue Google, que apenas un año después del lanzamiento del primer iPhone lanzó, en 2008, la primera versión de su sistema operativo Android, que hoy lidera, junto al iOS de Apple, el mercado de la telefonía en todo el mundo. Hoy, apenas cinco años después, internet se ha hecho definitivamente móvil, y ha pasado de los PC a los teléfonos y tablets.A caballo de Android, además, otros fabricantes, como Samsung, vieron la oportunidad de crecer en un mercado en el que apenas si tenían presencia. La firma coreana, en efecto, es hoy el líder mundial indiscutible en un sector en el que, hace apenas siete u ocho años, apenas si tenía al 3% de cuota.
El mismo porcentaje, por cierto, que hoy tiene Microsoft, y eso incluso después del mega –lanzamiento de Windows 8 (la primera plataforma «realmente móvil» de la compañía), y de un acuerdo con Nokia en 2011 que se ha revelado de todo punto insuficiente.
Ahora, tras la compra, la compañía de Redmond quiere recuperar el tiempo perdido y convertir ese escueto 3% en un 15% en los próximos cinco años. Un objetivo que, a la vista de la buena acogida de los últimos terminales de Nokia (la familia Lumia) los analistas no consideran del todo improbable.
Lo cierto es que, a partir de ahora, el nombre de Nokia ya no se asociará a nuevos teléfonos móviles. La compañía mantiene, eso sí, su boyante división de Redes y tecnología, cuyo buen funcionamiento ha servido, durante los últimos años, a paliar las pérdidas incontenibles de un sector, el de los móviles, que un tiempo llegó a dominar por completo.
Fuente: http://www.abc.es/tecnologia/moviles-telefonia/20130904/abci-nokia-venta-anunciada-201309032030.html